La lex Iulia Municipalis, del año 43, estableció la
forma que debía tener un nombre romano. Eran trianomina, es decir, estaban compuestos de praenomen, nomen y cognomen.
El primero era el nombre “de pila” que se daba al niño a los 9 días de nacer. Lo cierto es que no se podía elegir más que de entre una veintena: Appius, Caius, Tiberius, Titus...
El nomen es el gens, e indicaba el origen familiar. Así, si se trataba de romanos patricios, la terminación era -ius, los no patricios -erus o -arus, o -inus si eran de origen lusitano.
En cuanto al cognomen, se
utilizaba para destacar algún tipo de característica personal o
virtud.
Por ejemplo, en Marco Emilio Escauro, “Escauro” se
refiere a los ojos verdes. Conocemos gran parte de estos datos gracias a
lápidas y epitafios, donde se escribían estos nombres con abreviaturas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario